¿INFELICES LA PRIMERA VEZ?
Viajeros y escritores se han preguntado
siempre sobre la posibilidad de visitar por segunda vez una ciudad, un pueblo,
una playa, un lugar específico dentro de un país remoto y extraño, donde se fue
feliz y reportas grandes recuerdos, y volver a ser feliz por una vez más. El
escritor Lawrence Durrell decía ser optimista al respecto y recomendaba ese
segundo viaje, por el contrario, Jordi Esteva no ve con buenos ojos eso de
regresar, y prefiere dejar ese espacio de felicidad guardado en el recuerdo,
todo puede haber cambiado, incluso las personas, y ese vínculo emocional haber
desaparecido también. Ambos viajeros y escritores hicieron lo propio en un
pasado, para nada lejano, esto es, viajar y escribir y regresar a donde fueron
felices, pero lo hicieron en un mundo todavía ausente de la llegada del Imperio
y dominio de las RRSS. El Turisjero de hoy, palabra compuesta por
turista y viajero, que bien define la posición actual del individuo actual
frente al viaje entendido a la vez como traslado, conocimiento, placer y búsqueda,
pero en un sentido de lo más simple, uniendo los dos roles y restando
diferencias entre ambos, se enfrenta a un problema complejo y es proclive a ser
infeliz la primera vez que pisa territorio exótico, pero no por eso desconocido.
Turistas
y viajeros siempre buscaron información antes de comenzar un viaje, cargaron
con pesadas guías en sus mochilas o fueron guiados por expertos una vez llegaban
a destino. Hoy es diferente, las RRSS han cambiado el juego, de la misma forma
se busca información y conocimientos previos del lugar al cual se pretende viajar,
y la variedad es tan amplia que deja acongojado a más de uno, entonces entran
en juego los deseos, las ilusiones y los sentimientos, y el Turisjero común
que somos todos, inicia una búsqueda de contenidos lo más afines a sus gustos y
necesidades. Esa información ganada es del todo subjetiva, no es real, y se
basa en las ocurrencias, deseos e ilusiones de otras personas, que juegan con
ese paquete de sentimientos a como lo hiciese una empresa, desde el punto de
vista económico, para atraer más visitas y a más followers. El problema viene
dado por el algoritmo de búsqueda, que te guiará, como un sherpa, por las
imágenes más idílicas, sugerentes y cool del país al que siempre soñaste con
viajar, formando en la cabeza de todo Turisjero, más que una idea
equivocada, una imagen de deseo que le tentará a ir en su busca, a conseguir
ese momento, a sentir lo mismo, desde el mismo punto de vista de esa imagen de
Instagram o vídeo de YouTube que tiene retenido en la cabeza, esta vez, utilizado
como guía de viaje. Tal puede llegar a ser la confusión, que nosotros, los
turisjeros, ya hemos visitado esa ciudad cien veces antes de poner el primer
pie sobre ella, formándonos una idea personal y difusa. Lo cual puede llevarnos
a caer en la más estúpida de las infelicidades, al no poder saciar nuestros
deseos por no encontrar lo mismo que prometieron aquellos gurús digitales. La
playa idílica encontrada en Instagram resulta estar llena de basura plástica,
la comida callejera de Uzbekistán no es tan apetitosa como en el vídeo del
canal ViajarComer, ni las chicas ni los chicos son tan guapos en las fiestas
del atardecer de la Capadocia, como en aquel reel repetitivo y molón, para
hacerte esa fotografía maravillosa en el columpio más bello del mundo en la
isla de Bali, has de esperar una cola de tres horas y media.
Los viajes han cambiado, la forma de
viajar ha cambiado, lo que esperamos de los viajes también ha cambiado. Podríamos,
sí, hoy domingo, ser muy infelices, al ser la primera vez que visitamos Tokio, Koh
Samui o Nueva York. Llegará el día, creo y afirmo, en el cual ya no
necesitaremos trasladarnos a esos lugares para conocerlos, y lo haremos de una
forma adaptada a nuestros gustos y necesidades, sin movernos de casa para evitar
inconvenientes. Todo será tan real a nuestros sentidos, deseos, sentimientos,
sueños y apetitos, que de manera fatal seremos felices.
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